martes, 4 de septiembre de 2007


La vida universitaria es, para muchos, agotadora. la rutina de dedicar casi más de medio día a los estudios, simplemente hace que, parte de tu vida, la lleves dentro del lugar donde a diario compartes con gente que, se supone, sigue tus mismos intereses.

El tiempo libre es casi escaso. Pocas veces queda espacio para el ocio. Es más, si es que existe, probablemente corres al baño para terminar de arreglarte porque no terminaste de hacerlo antes de salir de tu casa.

Si es que no, recurres a la entretención. Tan sólo buscas a un compañero que ande en las mismas circunstancias y disfrutas de un corto partido de ping pong. Aunque dure poco, el momento de relajo no te lo quita nadie.

Pero luego vuelves a clases. Y a pesar de no tener ganas de escuchar al profesor, debes hacerlo casi obligadamente. En tu asiento, apuntas frases que pasajeramente escuchaste mientras casi te quedas dormido.

Así pasan las horas, mientras te torturas observando por la ventana a otros ya parten hacia sus casas.

Pero llega el momento indicado. el profesor termina la clase y te paras de inmediato felizmente hacia el pasillo de la universidad. Te ríes un poco con tus compañeros, ojeas unas revistas, fumas un cigarro y te vas.

Marcando el paso piensas que eres afortunado, porque a pesar de todo, tienes suerte, ya que a otros, les queda una larga jornada de trabajo.



He aquí este tema...



1 comentario:

ricardoenred dijo...

Considero que la narración es bastante cierta el comportamiento de los estudiantes ímplicita una pregunta: ¿por qué a pesar del "aburrimiento" asisto a la universidad?. Resolver este interrogante mostraría que tan homogéneos son los grupos estudiantiles, ¿en realidad se comparten los mismos intereses?.
Referente al párrafo final, y considerando el acceso a educación de calidad, creo que se deben considerar afortunados porque aunque muchos otros quieren no pueden estar en la universidad.

ricardoenred
http://motivacioneninstitucioneseducativas.blogspot.com